La taza




una taza   un sobre en el que la lengua impone un

poder; las uñas esmaltadas de rojo y tres desnudas
cebollas en el mármol
        no deberíamos acercarnos a esa brus-
quedad del objeto que satura como un golpe
        no deberíamos ser honestos en el terror.
Mejor palidecer como esa línea de álamos en la tormenta.
Mejor estar callada mientras la fiebre unta las sienes con
grasa de ciervo
mejor esperar a que las hojas del nogal apacigüen el sende-
ro de piedras rojas. Parques con una pálida herida de
mármol pierden su agua rara, lastimosa hundimientos
en la frondosa oscuridad.

        no deberíamos acercarnos a objetos tan
nítidos.
Zonas que no conocen piedad

Leonor García Hernando, Tangos del orfelinato : Tangos del asesinato, Colección Mascaró, 1999

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