El frágil Manuelito



El recuerdo canta en su dormida
Y el ardor de ese canto
pareciera un renacer sinuoso de lenguas y de bocas
La tierra entonces era un mar
agitado por el viento
Viento del mar de los cañaverales
cimbreantes las hojas por los besos
Mi padre
sólo un relumbre de los días
caminaba derechito hacia su muerte
Hay una inscripción en la piedra que dice:
Aún respiro en el deseo
Aún clamo en la vertiente que abrí de un tajo

Leonardo Martínez. Los ojos de lo fugaz. Ediciones del Dock, 2010