ELADIÓS DE LA LUCIÉRNAGA




Sólo ella sabía cuánto tiempo
se arrastró por la piedra
hasta que la mata le afilase
las alas fuertes.

Después todo cedió
a la simplicidad del sol.

La noche la expulsó a la órbita
del hombre
y ya no existían ni cuerpo
ni alas.

Solamente la luz entonces dijo
que existía nuestra vista.

Y mudos mirábamos largamente
cómo el insignificante gusano
se transformaba
en estrella.

Mateja Matevski. Luciérnagas. Del Zorrito, 2011

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