Post aetatem nostram




(...)

V

Pegada en los paneles callejeros,
en la "Epístola a los gobernantes",
un famoso y conocido citarista del lugar,
hirviendo de indignación, escribe valeroso
un llamamiento a retirar al Emperador
(en la siguiente línea) de las monedas de cobre.

La muchedumbre gesticula. Jóvenes,
viejos canosos, hombres maduros
y heteras instruidas
afirman al unísono
que "antes esto no ocurría", sin precisar,
no obstante, qué es exactamente
"esto":
          valor o servilismo.

La poesía, según parece, consiste
en la ausencia de fronteras claras.

El horizonte es de un azul insólito.
Rumor de la marea. Como un lagarto
en marzo, cuan largo es, sobre una roca
seca, ardiente, un hombre desnudo
pela almendras que ha robado. Algo más lejos
dos esclavos encadenados uno al otro,
dispuestos, se diría, a darse un baño,
se ayudan entre risas a quitarse
los harapos.

            Es increíble el calor;
y el griego se arrastra roca abajo,
ojos en blanco como dos dracmas de plata
con las efigies de los nuevos Dioscuros.



Joseph Brodksky. No vendrá el diluvio tras nosotros. Galaxia Gutemberg, 2000.


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