Muelle el medio día
cien
las rabias de centímetros
serradas
sin aristas vivas siguen
no era todavía, no estaba, vendría
qué pasado inexistente
obligaba a caminar
las lustradas por los pasos cachacientos
carreritas peligrosas, aliado, al caer
contra los pedazos toscos de tierra mojada, piedras lisas
apiñando los pilotes como vigas verticales o andamio reforzado
soportando las maderas perpendiculares allanadas,
los caminantes vacuos, las mujeres aburridas y los inertes
pescadores colgados de las cañas apoyadas en los tirsos apaisados
bordas del mismo muelle como puente hasta la casa alta
y a dos aguas de altura
blanca y más lejos, esperando
entre las maderas, los pilotes, las barandas y la casa
el río avisaba
no por las olitas contra las barras,
por las líneas anzuelos de los inertes,
por la estrechada senda ni por la borda movible
sino
a causa primera de
las hendijas entre una
y otra tabla
en el momento en que
violentamente
el ángulo de los ojos
se mudaba de la raya horizontal distante
noventa grados sin intermedio
a la caída a pico hacia el agua inestable, enervada
revolviéndose por franjas secas
entre las hendijas del importuno muelle
medio día
mes de verano y otoño.
año de malconciencia pecadora
espiando como se diera, las hendijas.
Susana Cella. Río de la Plata. La Bohemia, 2001.
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