DE LA ANATOMIA DEL ALMA




            El alma de los verdugos presenta tres orifi-
cios: uno conectado con la parte alta de la cabe-
za, el otro con la zona del plexo lumbar, y el
tercero con las partes bajas.
            La zona alta del alma se inserta en la escota-
dura etmoidal del frontal. Alli, a través de unas
diminutas lengüetas, se produce una vibración
que permite el encendido de la conciencia. Es-
ta vibración pasa por la “caja del mantel de
Fretless”, zona de líquidos donde asientan el
fervor, el ansia y la benevolencia. Esta caja o ca-
nal es irrigado por la sangre en toda su exten-
sión, hay celdas y celdillas y en cada una de
ellas se ensayan modos diferentes del compor-
tamiento.
            La zona del plexo lumbar presenta una curva
cuya concavidad está vuelta hacia atrás. Allí, en
el ángulo diedro, entre los cuerpos vertebrales
y las apófisis transversales se encuentra el
“conducto de la sibila” que viene desde la zona
media del alma. Por este verdadero emisor de
enigmas, coadyuvan los misterios de la infan-
cia, lo vivido y no recordado, lo sagrado, la ley
del padre.
            La zona baja o plana del alma, es una gruesa
vía que comunica el conducto deferente y el
eyaculador con las vesículas seminales. Esta
gruesa vía también recibe el nombre de “La ve-
na de más". Por aquí transita un elemento lí-
quido que, junto con un gas, constituyen la ba-
se orgánica de los sueños.
            Los sueños de contenido erótico aniquilan
el fluido dejando en estado puro al gas, que tie-
ne propiedades fecundativas.
            Resumiendo: los tres orificios del alma res-
ponden a una ética (zona alta), a una Ley (zona
media), y a una naturaleza (zona baja).


Alberto Muñoz, Tratado de Verdugos, Filofalsía, 1989


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